La complejidad del amor

La complejidad del amor

«El amor incondicional es el que te tienes a ti mismo y nunca te faltará» -Evelyn Rentería.

Lo primero que pensamos cuando decimos la palabra «amor» es un vínculo emocional y sentimental que llegamos a sentir por la familia, pareja o terceras personas que nos rodean. Si bien, este sentimiento suele crecer, madurar y desenvolverse con las personas con las cuales se tiene esta unión.

Un concepto de amor real se plasma en que «…el amor sólo es posible cuando aceptamos nuestra ineludible soledad; no es el encuentro de dos incompletos, es el encuentro entre dos completos. Amar no se da en la fusión, la cual asusta, pues nos quita la autonomía, tampoco está en la separación, pues nos quita el apego; está en la posibilidad de ser uno y luego decidir si se quiere o no compartir la vida con la persona que nos atrae. Cada persona debe ser una unidad» (Gikovate, 1996: 56).

En nuestro cuerpo, principalmente en el cerebro, muchas regiones cerebrales activan la oxitocina, esta se hace presente cuando pensamos en una pareja romántica o en un ser querido. Ahora, se ha demostrado que dichas activaciones en el cerebro pueden reducir la ansiedad, el comportamiento defensivo y aumentar la confianza.

El amor romántico o amor en pareja es una parte fundamental para poder conocer y evolucionar como personas, nos ayuda a concientizar y mejorar nuestro pensamientos y actitudes, pero debemos recordar que toda persona en esta vida suele ser pasajera, es decir, como las estaciones del metro; algunas tardarán más tiempo y otras se irán rápido, eso es el amor; complejo, improvisado y arrebatado.

El amor propio en varias ocasiones se pasa a segundo plano porque pensamos que tener una pareja nos ayuda a ser felices, pero en realidad la felicidad siempre está en uno mismo. En muchas ocasiones suele ser complicado quitar esa máscara y poder identificar cada defecto, error y vulnerabilidad que tenemos ante el mundo, pero amarse a sí mismo es poder reconocer y aceptar con plenitud lo que soy, lo que seré y lo que estoy pensando en hacer para poder mejorar.

Las pérdidas amorosas suelen convertirse en un hueco y, este mismo, suele ser inmenso y aterrador, es la ausencia de la persona que en algún momento ocupó y fue parte de nuestro universo, debemos entender que este vacío no se debe de llenar con otras flores, ni mucho menos entrar en un mecanismo de autodefensa fácil para poder salir de esta angustia y esta tristeza, lo que se necesita es tiempo, valor y ganas para poner en práctica nuestra valentía y, así, regresar e intentar salir ilesos del poder compartir.

El sentimiento del amor no se debe medir, sino visualizar a medida que ningún sentimiento como el dolor y el amor se vuelva una obsesión. Jamás debemos de huir de lo que vivimos, es decir, de nuestros problemas, angustias, vacíos, culpas; todo eso que nos hace castigarnos forma parte de quienes somos ante nosotros mismos y ante el mundo de afuera.  Lo primero es aquello que nos moldea y nos define para tomar decisiones a corto y largo plazo, lo segundo es poder sanar nuestras heridas, identificar nuestros errores, reconocerlos, aceptar que nos equivocamos y, lo más importante, aprender a perdonarnos.

Bibliografía

  • Gikovate, Flávio (1996). Amar sin dependencia. Brasil: Panamericana.

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