Sociedades y transformación familiar.

Sociedades y transformación familiar.

El fenómeno de la población está ligado al interés de la sociología para estudiar los cambios de dicho fenómeno, es decir, conocer la fecundidad y mortalidad para realizar un análisis detallado de algunos datos como la dimensión, distribución y cualidades de las diferentes sociedades existentes.

Por ejemplo, la dimensión se puede relacionar por el número de individuos que hay en una sociedad o en otra, pongamos por caso, la concentración que hay en una sociedad rural y la concentración que existe en una sociedad urbana. Este punto se puede explicar, a grandes rasgos, por las relaciones económicas, jurídicas y culturales que varían de una sociedad a otra. El aumento de concentración que se da en la zona urbana, a diferencia de la rural, se da por diferentes factores, entre ellos, la metamorfosis de la industrialización, trayendo nuevas y «mejores» formas de trabajo; pasando de un tipo de sociedad basado en la «solidaridad mecánica» a otra basado en la «solidaridad orgánica», es decir, «…la fuente de la vida social es, […] la similitud de las consciencias y la división del trabajo. La primera es más evidente entre las sociedades primitivas, en las que la «solidaridad mecánica», puesta de manifiesto por la ley represiva, prevalece. La segunda es propia de las sociedades avanzadas, en las que se manifiesta una mayor «densidad dinámica» y en las que las reglas jurídicas definen la naturaleza y las relaciones de las funciones» (Merton, 2002).

Por ende, los problemas sociales cambian de un tipo de sociedad a otra. Ahora bien, con el paso del tiempo, la estructura de la familia y los hogares se ha ido modificando, gracias los cambios demográficos, sociales y económicos.

Hoy en día existen familias encabezadas sólo por mujeres, por ejemplo, según la Comisión Nacional de Población (s.f), «…actualmente hay 35 millones de hogares, de los cuales 10 millones son encabezados por mujeres». Esto se debe, entre otras causas, a la emancipación de las mujeres, que, evidentemente, ha hecho efectiva su protesta; su incorporación a la vida laboral donde adquiere independencia económica y emocional, procurando su crecimiento y teniendo mejores oportunidades. Además, existen familias conformadas por padre, madre, hijas e hijos; otras familias que se conforman con parejas sin hijas o hijos; familias con hijos o hijas que no viven más en el su hogar, entre otras.

Aunque actualmente, parece que los individuos, una vez conformada una familia, le dan mucha importancia a tener una familia cada vez menor, con una hija o hijo, incluso sin hijos (mujeres u hombres), esto se debe a «la creciente carga económica representada por los hijos; la aparición de nuevas necesidades que compiten con el deseo de tener hijos; el deseo de los padres de dar a los hijos las mejores oportunidades posibles en la vida. Esta última influencia es afectada, a su vez, por las posibilidades de movilidad social en una economía y una sociedad menos rígidamente estratificada: «sólo con la limitación de nacimientos pueden darse a cada hijo las mejores oportunidades de elevación en la jerarquía social» (Bottomore, 1978).

Evidentemente, estos cambios en la estructura familiar se dieron primero en los estratos superiores de las diferentes sociedades y se extendió a los estratos inferiores, esto se empezó a generar a raíz de las crisis económicas, ya que amenazan sus niveles de comodidad; al tener una familia más pequeña, ésta goza de mayores ventajas, pues logra ascender en la dimensión económica y social.

Por otra parte, en los estratos inferiores existen pocas posibilidades de movilidad social, pues hay un ingreso económico menor destinado a cubrir las necesidades básicas de las familias, por ende, la cuestión de tener menos hijos favorece a tener, gradualmente, más oportunidades, ya que la concentración mayor de la población en la sociedad que sea (rural o urbana), no es factor para que haya un elevado nivel de educación, vivienda, asistencia médica, entre otros factores, aunque si existen rasgos económicos, técnicos y perspectivas culturales en las que se diferencian.

También, podemos darnos cuenta que si la familia aumenta, no es indicio de que haya un desarrollo y crecimiento laboral, económico, académico y cultural, sino que se crean –en situaciones paupérrimas- oportunidades, pero también problemas. Problemas, fundamentalmente, en los estudios para poder darle solución a estas situaciones, pues no basta con hacer un contraste limitado del número de integrantes que conforman una familia; contrastes entre las sociedades rurales o urbanas, tradicionales o modernas. Lo que es necesario establecer es una organización social, es decir, la ordenación de las relaciones sociales mediante actos de elección y de decisión con base en la creación de clínicas de planificación familiar; divulgación de métodos de control de la natalidad, esto con el fin de «generar cambios en los distintos sub-sistemas de la sociedad (economía, tecnología, cultura […y…] educación)» (Alcañiz, 2008).

Finalmente, sabemos que la demografía en las diferentes sociedades ha cambiado, por ejemplo, en el pasado se daba por una cuestión natural, teniendo una carencia de alimentación, sequías, enfermedades contagiosas, entre otras, mientras que hoy en día es por una cuestión más cultural, avances médicos, capital económico (recursos materiales), pero también por una cuestión del poder político. Siendo esta última, una afectación grave a los países pobres o en «vías de desarrollo»; una afectación desigual.

Bibliografía y referencias.


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